martes, 30 de mayo de 2017

JOCME - Joven orquesta ciudad de Mérida - sección cuerda


Bonito de verdad!!!!

La "cuerda" de la JOCME colaboró en el pregón de la Semana Santa de Mérida 2017 con una actuación más que sorprendente


miércoles, 7 de enero de 2015

LA CALLE DE MI ABUELA


La calle CAPITÁN ALVAREZ ENTRENA, que ahora se llama calle Cuacos de Yuste o algo así, situada en el conocido “cruce de la paz”, era
 la “calle de mi abuela” .
En los años 70, para mí que fue la calle donde pasé muchas horas jugando, era una calle muy pintoresca; una calle sin salida para los pocos coches que circulaban en esa época, y que para los peatones tenía  dos salidas: o por el pasadizo que había debajo de un bloque de pisos y que ahora es una calle, o por la tapia que comunicaba con el hipódromo de toda la vida, circo romano ahora.
En la acera derecha de la calle teníamos la casa de Don Diego Lozano, aunque la entrada estaba por la avenida, la casa de “La Justa”- una familia bastante rara- , la casa de mi abuela, la barbería de Miguel – que ahora son peluquerías o centros de estilismo- y otras casas que no consigo acordarme de sus habitantes, aunque sí me ha dicho que en una de ellas vivió mi amigo Deme  “el torero”.
La parte izquierda de la calle empezaba con la estación de autobuses urbanos, ¡sí!, los autobuses urbanos tenían allí la cochera donde dormían; aún veo todavía a los conductores de toda la vida, Pepe y Luis, llegando por las tardes para entrar los autobuses y haciendo mil y una maniobras en la calle.
Junto a la estación de autobuses estaba la “bodega de Lázaro”, con sus inmensos toneles – al menos a mí me lo parecía- y cómo en la época de vendimia llegaban los tractores cargados de uvas que dejaban un tufillo fuera de lo normal en toda la calle.
A continuación, y siempre siguiendo el sentido de la calle hacia el circo romano, había dos bares – ni restaurantes ni leches, eran bares- . El primer bar era el del “Manco”, donde  entraba mi tío Vicente todos los mediodías, cuando cerraba el taller, a tomarse el vinito antes de ir a comer. A continuación estaba el “bar Sevilla”, donde, la verdad, entré muy poco.
Después de los bares había dos o tres casas, una la de “Mari la Zapatera”, que a la vuelta de los años me he enterado que era la madre de mi amiga Carmen Torres, y la “casa de los arcos”, donde vivía la familia “los de los ajos”, o sea Martín el albañil y su familia: Pedro, Manolo……Algún día alguien me explicará que era eso de los ajos........
“los de los ajos” poco a poco fueron comprando algunas casas de la calle y se oía comentar a los mayores: “Estos, como sigan así, se van a hacer dueños de la calle”.
A pesar de ser una calle sin salida y a las afueras de Mérida, era una calle con mucha actividad: nos juntábamos muchos niños a jugar, que acabábamos saltándonos al circo porque el campo era más grande. (Después de mucho tiempo llegamos a la conclusión que para que saltarse al hipódromo, era mejor hacer una agujero en la pared.. y así se hizo).
 También había bastante movimiento de mayores sobre todo a mediodía y al salir de los trabajos por la tarde, para ir a echar el vino en cualquiera de los dos bares.
Lógicamente, en las tardes de verano la actividad en la calle era mucho mayor. Cuando el sol iba cayendo, con una goma larga desde el patio de mi abuela se regaba toda la delantera de la casa para asentar el polvo y refrescar la zona – no estaba asfaltada- y se colocaba alguna que otra silla para que nadie aparcara – en otras casas hacían similar tarea-. Ya, anochecido, se formaba el auténtico sentido “casapuertas”, los vecinos se sentaban en las puertas de las casas a conversar y tomar el fresco.
Ahora, como es lógico, la calle ha cambiado: asfaltada, de un solo sentido, ya no hay estación de autobuses, ni bares, ni la bodega de Lázaro. Pero sí hay dos cosas que la distinguen del resto de calles de Mérida: la tapia del circo romano (antes hipódromo) y el número 8 de la calle, o sea, la casa de mi abuela.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

EL PARQUE INFANTIL DE LA RAMBLA


"Será porque mi niñez sigue jugando en el parque....", así empezaba una cuarteta que compuso el amigo Aguita para el popurrí de los carnavales de hace ya algunos años. Pero más años hace desde que desapareció a lo que se refería la letrilla de carnaval, me refiero al parque infantil de la Rambla de Mérida. Era el único parque infantil que había en Mérida  y era punto de encuentro al salir de clase, (porque en aquellos tiempos había colegio por las mañanas y por las tardes) y sobre todo en periodo de vacaciones escolares. 
Las dimensiones del parque eran las mismas que el que está actualmente, rodeado de un vallado para no se salieran los niños, he dicho para que no se salieran.... pero no impedía que a través de él se pudiera entrar. Costaba UNA PESETA el acceso por el sitio normal, o sea por la puerta, pero no todos los días, más bien pocos, se disponía de esa fortuna para entrar, por lo que se tenía que recurrir a otras tácticas menos ortodoxas para acceder al recinto. A veces te encontrabas cerrada esa entrada poco ortodoxa descubierta días atrás o el vigilante al acecho para detener cualquier incursión no permitida; pero, no importaba, se tardaba un “abrir y cerrar de ojos” en buscar o fabricar una nueva entrada.
La entrada normal, o sea, la puerta, estaba situada aproximadamente a la mitad del parque en la acera de la “rambla que baja”, más o menos enfrente de la esquina donde se pone actualmente un señor a vender frutas, hortalizas o lo que recoge de su huerto.
Al entrar, te encontrabas con el kiosko del portero, guarda, vigilante o como se le quiera llamar. Y justo al lado, LA FUENTE,  la fuente con el chorrito permanente y que muy a menudo servía de alivio para el sofocante calor, porqué ¡antes también hacía calor!, y creo que más que ahora, y además no teníamos aire acondicionado.
El repertorio de juegos infantiles de que disponía el parque no es, ni en sueños, como los de ahora: se reducía a los balancines, el tobogán (que a mí me parecía el tobogán más grande del mundo) y los columpios.
Había dos categorías de columpios, los malos y que nadie se quería montar y los buenos, que lo puedo poner en plural porque había más de uno…   sólo dos, donde había que hacer colas interminables para poderte montar, y además como no iba por tiempo, te podía tocar delante el pesado de turno que se bajaba justo cuando llegaba la hora de cerrar el parque o de tenerte que ir para casa.
Como todo buen parque que se precie  no faltaba el estanque con sus patos, aunque yo los recuerdo vagamente porque en mi época no duraron mucho, y eso que en aquellos tiempos no se había inventado eso del estrés de los animales.
Y ¡los servicios públicos!, este parque tenía servicios, de los que ya no quedan y que antes era algo normal; ¡quién no recuerda las servicios públicos de la Plaza de Santa María!
Lo que siempre me preguntaré es para que servían esas especies de bombillas grandes de cemento que había en la parte de abajo del parque… para patinar, para jugar a la comba, para jugar a “a la una la mula”, …. Pues, me lo seguiré preguntado.

jueves, 11 de octubre de 2012

La generación que construyó ESPAÑA

Me lo ha enviado una persona muy especial para mí, y como no tiene desperdicio, he creído conveniente ponerlo en mi blog:


La generación que construyó España

“¿Quiénes son los pobres? Los nietos de los ricos”. Aforismo castellano


Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.
Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada,
no hay quien la pare” Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.

Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.

Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.

Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.

Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado. La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.

Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:
1) “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”. Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar.
2) “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”. Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contrarehipotecas.



Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 65).

La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.

Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gastro-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a gorrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas deconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión. El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble.
Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euro, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!

Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.

- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.
- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!

En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.

Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega infraestructuras que producían mega comisiones para todos los involucrados. ¡Viva el cazo! ¡Viva el yerno del Rey! ¡Que se besen los padrinos! Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?

Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.
De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post).
Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.
Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así) no debía ser mala receta.
Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.

Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos. Podemos encontrar maestros en casa.

sábado, 23 de junio de 2012

La fiesta de San Juan de Nani y Zapa


¿SE PUEDE COMPRENDER LA FIESTA DE SAN JUAN ANCÁ ZAPA Y NANI?

Ahora que están de moda las redes sociales, como el facebook, twiter etc, mucha gente verá el evento que se ha organizado para el día 23 de junio y, o no lo entiende, o pasa olímpicamente o lo toma como una fiestecilla más que se organiza entre amigos.
Pero la esencia de la fiesta de San Juan ancá  Zapa y Nani va mucho más allá de eso, para los que llevamos tantos y tantos años yendo y  eludiendo otros compromisos para poder asistir, insisto, va mucho más allá de ser una fiestecilla normal. La noche de San Juan se marca en nuestros calendarios personales igual que puede ser la Navidad, el martes de carnaval, el viernes Santo…..muchos no entenderíamos ni seríamos capaces de asumir que ha llegado el verano si por estas fechas no vamos a la parcelilla de estos amigos a celebrar el santo de Nani, y de paso, la noche de San Juan.
Suele ser un día, o más bien expresado sería una noche, en la que te reencuentras con viejos y no tan viejos amigos, que hace tiempo que no aparecen por la ciudad y que, como no podía ser menos, hacen lo imposible por estar.
Cuando ya empieza a tomar su punto álgido la noche, se convierte en algo así como la ONU, pues se mezclan distintos grupos de amigos (con sus culturas y sus particularidades) aunque todos con un mismo objetivo. Pero aunque sean distintos grupos de amigos, todos tienen un elemento en común y es que son amigos de Zapa y Nani.
¡joder! ¿ Como conocen estos dos a tantísima gente?
Sin querer que no se me olvide nadie, podemos decir que asisten: por supuesto las familias de Nani y Zapa encabezados por los incansables abuelos Carmen y Pepe, que sin ellos no sería igual, los carteros o más bien dicho los técnicos de reparto de correspondencia domiciliaria, Pepito ( de 40 años) y sus amigos, La Marara (por descontado, casi al completo) y todos sus allegados, el amigo Carrasco, cada vez más achacoso,  Carlota y su panda, que si los de Arte y Oficio, que si los de la clínica no se qué………… y hasta algunos del Narro van apareciendo estos últimos años.

La fiesta tiene sus características especiales y singulares que hacen que sea totalmente distinta a cualquier otro evento que se pueda organizar:
-          La cara de Nani, siempre sonriente, recibiendo a toda la multitud, porque es multitud la que se congrega en la fiesta.
-          Las especialidades culinarias, tan meticulosamente preparadas porque la ocasión se lo merece.
-          La sangría, no puede faltar.
-          Las mallas de Zapa, con ese naranja fosforito.
-          El brebaje que prepara, que no hay dios en el mundo que se lo beba.
-          Los ripios de Antonio el cartero, para unos espectaculares y para otros inaguantables.
-          Zapa, con más de siete copas, cantando “el barquito”
-          Y en alguna ocasión también nos ha hecho un calvo, pero siempre a altas horas de la madrugada.
Como en toda fiesta, las actuaciones  músico-teatrales no pueden faltar, y conociendo a la pareja que organiza la fiesta uno se puede imaginar que no van a ser actuaciones normales. Nos podemos encontrar: magos, grupos musicales hippies, grupos de boleros, saxofonista aficionado (pero muy bueno)……
En fin, podría seguir contando historias y anécdotas en torno a esta celebración tan especial pero que, sin vivirla, es imposible de comprender.
Gracias a mis amigos Nani y Zapa… os quiero un montón.